Los cuerpos hallados calcinados no son los de los dos jóvenes desaparecidos
Los cuerpos hallados calcinados en el baúl de una camioneta utilitaria encontrada quemada en una zona descampada de la localidad bonaerense de Guernica no son los de Lautaro Morello, de 18 años, y Lucas Escalante, de 26, los dos jóvenes que son buscados desde el viernes pasado cuando salieron a festejar triunfo del seleccionado nacional, que se clasificó a las semifinales del Mundial de Futbol Qatar 2022. Una mujer reconoció como de su esposo un anillo que tenía uno de los cadáveres.
Así lo informaron a LA NACION fuentes de la investigación. “Convocada la esposa y exhibido el anillo incautado, lo reconoció como el utilizado por quien en vida fuera Silvio Vitullo, quien con Diego Segura, estaba desaparecido desde anteayer”, agregaron los informaron los voceros consultados.
Según una cuenta de Facebook, Vitullo y Segura desaparecieron el sábado. “Por favor, si alguien los ve, avise. No sabemos nada desde ayer. No se los vio más. Fueron a trabajar y no volvieron. Estamos buscando por todos lados”, se afirmó en una publicación de la citada red social.
En un principio, cuando fueron hallados los cuerpos calcinados en el baúl de una camioneta Citröen Berlingo, se pensó que se trababan de los cádáveres de Morello y Escalante.
Pero, hoy a la mañana, Estefanía, la madre de Morello, descartó que los cuerpos encontrados sean de su hijo y de Escalante. “Nos dijeron que las personas que encontraron tenían brackets y ni mi hijo ni el otro chico usan”, explicó la mujer.
La camioneta Citröen Berlingo donde fueron hallados los cuerpos, tenía pedido de secuestro porque había sido denunciada como robada el 16 de abril pasado en la comisaría 3a. de La Matanza, en Villa Luzuriaga.
Morello y Escalante, oriundos de Florencio Varela, están desaparecidos desde el viernes pasado, cuando Escalante, al volante de un BMW azul, pasó a buscar a Morello para ir a festejar la clasificación del seleccionado argentino a las semifinales del Mundial de Qatar.
El BMW apareció el sábado, completamente incinerado, en las afueras de La Plata, a la vera de la ruta 6, a la altura de la localidad de Abasto.
La investigación por el hallazgo de los cuerpos calcinados quedó a cargo del fiscal de La Plata Álvaro Garganta. El funcionario abrió un expediente por “averiguación de causales de muerte”.
En horas de la mañana, un detective judicial, había anticipado a LA NACION que un equipo de antropólogos iba a tratar de determinar el sexo de los cuerpos hallados calcinados, que hasta ese momento no se sabían.
Pocas horas después, un primer peritaje determinó que los cadáveres correspondían a dos hombres, en principio, mayores de entre 30 y 40 años. En ese momento se descartó que fuesen Morello y Escalante. Después, la esposa de Vitullo reconoció el anillo de su marido.
Según información oficial, ayer, al no tener noticias de su marido, la esposa de Segura, Joana T., hizo una denuncia en la comisaría 4a. de Almirante Brown.
Lo que pasó después de que Vitullo y Segura se fueran del taller mecánico es un misterio. No hubo comunicaciones entre los mecánicos y sus familias.
En la presentación, la mujer dijo que anteayer, a las 9, Segura, de 30 años, se fue de la casa familiar de Alejandro Korn para ir a su trabajo, un taller mecánico de Longchamps, en Almirante Brown, donde trabaja con Vitullo, de 40.
A las 13, Joana T. llamó al teléfono celular de Vitullo para recordarle de la fiesta sorpresa para celebrar el cumpleaños número 30 de su esposo, pero no se pudo comunicar porque el móvil estaba apagado. Ella pensó que se había quedado sin batería.
Pasaron las horas y Segura no regresó a su casa. Joana T. comenzó a preocuparse. Ayer, como su marido no había regresado, fue hasta el taller mecánico y advirtió que el automóvil Volkswagen Gol de su esposo estaba estacionado. En la denuncia, la mujer afirmó no haber visto el vehículo de Vitullo, un Peugeot 504.
El siguiente paso de la mujer de Segura fue ir hasta la casa del hermano de Vitullo, de nombre Diego. El hombre que le dijo que, por una llamada telefónica, se había enterado de que, por un trabajo, los dos mecánicos habían ido hasta Monte Grande, en Esteban Echeverría, pero que a pesar de las horas que habían pasado no había tenido noticias.