Francisco celebrará la misa del Jueves Santo en una cárcel de Roma que ya visitó en 2013
El papa Francisco celebrará la misa del Jueves Santo en la cárcel romana de Casal del Marmo, que ya visitó en 2013, en donde cumplirá el ritual del lavado de pies a personas privadas de su libertad.
El pontífice, ya recuperado de la bronquitis por la que la semana pasada estuvo tres días internado en el hospital Gemelli de la capital italiana, celebrará la denominada misa in Coena Domini (de la Cena del Señor) de forma restringida entre los internos del instituto de la periferia de Roma, el mismo al que concurrió el Jueves Santo de 2013, quince días después de ser elegido, informó la oficina de celebraciones litúrgicas del Vaticano.
Como ha sido costumbre para las celebraciones de Jueves Santo en el pontificado de Francisco, la ceremonia se celebrará de forma restringida, no abierta al público, aunque está prevista la retransmisión en directo.
El Papa, informó el Vaticano, estará presente en todas las celebraciones de Semana Santa, que iniciaron ayer con la denominada Misa de Ramos en la Plaza San Pedro.
A partir del jueves, las celebraciones pascuales entrarán en pleno apogeo, con la Misa Crismal en la Basílica Vaticana y, a continuación, la Misa de la Cena del Señor, con el antiguo rito del lavatorio de los pies.
En 2022, Francisco celebró el Jueves Santo en el Nuevo Complejo Penitenciario de Civitavecchia, donde pasó cerca de tres horas saludando a las autoridades, abrazando a los reclusos que le recibieron con coros y gritos, celebrando la misa en la capilla y lavando los pies a las personas detenidas, de diferentes edades y nacionalidades.
En la cárcel de Casal del Marmo, de Roma, Bergoglio había lavado los pies en 2013 a diez chicos de diferentes países y confesiones religiosas.
Les había dicho que «lavar los pies significa que debemos ayudarnos unos a otros», y que es su deber como sacerdote y como obispo estar a su servicio, aunque reconoció que es una tarea que le sale «del corazón» y que ama.
La elección de personas privadas de su libertad, refugiados y enfermos para el lavado de pies es una tradición que Jorge Mario Bergoglio siempre había mantenido como arzobispo de Buenos Aires.