24 de marzo: Día Mundial de la Tuberculosis
Tuberculosis: el diagnóstico temprano reduce las chances de vivir con secuelas permanentes
- Es la segunda enfermedad infecciosa que causa mayor número de muertes a nivel mundial, siendo sólo superada por la COVID-19. Según estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 10,6 millones de personas contrajeron esta enfermedad en 2021 y 1,6 millones fallecieron.[1]
- Se estima que casi el 85% de las personas que son tratadas se curan[2], por ello es que resulta fundamental diagnosticarla tempranamente y consultar con un profesional de la salud ante los primeros síntomas.
La reducción del número de casos y la mortalidad causada por la tuberculosis forma parte de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible trazados por Naciones Unidas de cara al 2030. No obstante, pese a los esfuerzos globales y mancomunados y tras una tendencia decreciente, la Organización Mundial de la Salud alertó sobre el aumento de casos que se registró en 2021: se estima que 10,6 millones de personas contrajeron esta enfermedad —una cifra superior en un 4,5% a la correspondiente a 2020— de las cuales fallecieron 1,6 millones.
“Hay alarma porque las muertes por tuberculosis aumentaron por primera vez en más de una década” explica la doctora Laura Lagrutta (MN 98097), especialista en neumología, coordinadora de la sección Tuberculosis de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR). “En nuestro país, de acuerdo a la información provisoria de 2021, la notificación de casos aumentó un 13,8% en relación con el número de casos, es decir, hubo 1422 notificaciones más que en 2020. Sigue siendo un problema de salud pública a nivel mundial porque se trata de la segunda causa de muerte por un agente infeccioso, sólo superada por la COVID-19” describe la especialista.
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa que afecta a los pulmones y que es causada por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis) que se transmite de una persona a otra a través de las gotitas de aerosol que permanecen en el aire tras haber sido expulsadas por personas con enfermedad pulmonar activa. Se estima que una cuarta parte de la población mundial está infectada por el bacilo de la tuberculosis, pero (aún) no han enfermado ni pueden transmitir la infección. Este grupo de personas infectadas de forma latente tiene un riesgo de enfermar de tuberculosis a lo largo de su vida de entre el 5% y el 10%.[3] Al respecto, Lagrutta profundiza: “una persona será más propensa a contagiarse de tuberculosis si presenta deficiencias en su estado inmunológico ya sea de manera permanente o transitoria. Hay otros factores que también intervienen en la posibilidad de contagiarse, por ejemplo, el tiempo que se ha estado en el mismo ambiente que un enfermo, el tamaño y la ventilación de ese ambiente, el tipo de tuberculosis”.
En tanto, en las personas que sí han desarrollado la enfermedad, los síntomas son tos (a veces con esputo que puede ser sanguinolento), dolor torácico, debilidad, pérdida de peso, fiebre y sudoración nocturna. “Es importante considerar que los síntomas dependen de la magnitud del compromiso, del tiempo de evolución del cuadro, de la edad y del estado inmunológico del paciente” enumera Lagrutta. “Estos signos, a veces solapados durante muchos meses, ocasionan retrasos en la búsqueda de la atención médica y en la detección. Muchas veces, el cuadro se puede confundir con otras enfermedades y cuanto mayor es la demora en el diagnóstico de la enfermedad, hay un mayor riesgo de contagio a otras personas” advierte.
8 de cada 10 pacientes responden al tratamiento
La tuberculosis se puede prevenir a través de la vacuna BCG y curar a través de la indicación de antibióticos. De acuerdo a cifras publicadas por la OMS, “cerca del 85% de las personas que la contraen evolucionan satisfactoriamente con una pauta terapéutica de 4 a 6 meses”[4]. “Comenzar el tratamiento en estadios iniciales permite una rápida mejoría de los síntomas y corta la cadena de transmisión. Generalmente los tratamientos duran 6 meses y es fundamental completarlo para evitar las recaídas y la resistencia a los fármacos. La tuberculosis multirresistente es un grave problema de salud pública que requiere de tratamientos más prolongados, más costosos y menos efectivos” explica Lagrutta. Recientemente, se informó que “la carga de tuberculosis farmacorresistente aumentó un 3% entre 2020 y 2021, año en que se detectaron 450.000 nuevos casos de tuberculosis resistente a la rifampicina. Es la primera vez en muchos años que aumenta el número de personas que contraen la enfermedad y que están infectados por bacilos resistentes a los medicamentos.”[5]
Existen diferentes pruebas para detectar la tuberculosis, como ser, la radiografía de tórax y el análisis de esputo (flema) con pruebas moleculares o cultivos y pruebas cutánea de tuberculina. Según Lagrutta, “es necesario garantizar el acceso a métodos sensibles y rápidos de diagnóstico de tuberculosis, y de resistencia a fármacos, que favorezcan un diagnóstico precoz y un oportuno inicio de tratamiento con el esquema adecuado. La OMS sugiere realizar métodos moleculares rápidos en forma universal, es decir a todos los pacientes. Estos métodos son mucho más sensibles que una baciloscopia (visualización del bacilo de Koch con el microscopio) y permiten además detectar resistencia a los principales fármacos utilizados en el tratamiento.”
Si bien la tuberculosis puede afectar a personas de todas las edades, en general, se presenta en adultos en edad productiva. El 95% de los casos y las muertes a nivel mundial se concentran en los países en desarrollo[6]. Pese a que suele ser una enfermedad asociada a la marginalidad y los contextos vulnerables, puede afectar a cualquier persona. “Desterrar estos mitos en torno a la enfermedad resulta determinante ya que la estigmatización atenta contra la calidad de los cuidados de los pacientes” concluye Lagrutta.
En esta fecha tan relevante para la concientización sobre esta problemática, la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria refuerza el llamado a la sociedad de realizar los estudios de diagnóstico a tiempo y continuar con el tratamiento de forma adecuada, una vez que la enfermedad es diagnosticada.