Ante familiares, amigos y compañeros de trabajo inhumaron los restos del colectivero asesinado
Los restos del chofer Daniel Barrientos, asesinado ayer de un disparo en el pecho durante un asalto a bordo del colectivo de la línea 620 que conducía por la localidad bonaerense de Virrey del Pino, partido de La Matanza, partieron pasado el mediodía desde una casa velatoria de Gregorio de Laferrere hasta el cementerio de González Catán, donde tras una ceremonia religiosa eran inhumados en el panteón policial.
El cortejo fúnebre partió a las 13.30 desde la casa «Nuestra Señora del Valle», ubicada en el kilómetro 20 de la ruta 3, en la mencionada localidad del sudoeste del conurbano bonaerense, donde los restos de Barrientos (55) fueron velados desde ayer a las 20.
Rodeado de casi un centenar de personas que pedían a gritos «justicia» y que portaban coronas de flores y banderas con el rostro de Daniel, el ataúd salió de la cochería cargado por siete amigos del fallecido hacia el coche fúnebre, que llevó sus restos con rumbo al cementerio «Campo Santo».
Quien encabezó la caravana fue uno de los amigos más cercanos de Barrientos, Adrián, quien conocía hace 30 años al chofer y a quien describió como una «persona muy noble y servicial, que no tenía problemas con nadie».
«Él estaba feliz de la vida, con una perspectiva buena de vivir. Quería disfrutar la vida, porque tenía problemas de salud. Quería disfrutar lo que le quedaba de vida fuera del sistema de trabajo», relató el hombre en diálogo con C5N, que se refirió a los pocos días que le faltaban a Barrientos para jubilarse como colectivero.
A continuación, Adrián siguió describiendo a su amigo: «Él nunca tenía un día malo. Era muy animador de todo. Si lo tenía, no lo traía al trabajo. Tenía varias operaciones en el estómago. Pero no sabés las ganas de vivir que tenía ese hombre».
Por último, el hombre, que también se desempeñó como chofer de la misma línea de colectivos, señaló que el caso de Leandro Alcaraz, chofer de la línea 620 asesinado en Virrey del Pino en el 2018, había tenido un fuerte impacto en Daniel.
«Él me decía que la situación no daba para más y yo le insistía para que siga. Estamos a días del aniversario de la muerte de Leandro y hoy estamos luchando por Dani. Los choferes tienen que cuidarse y encomendarse Dios. Para que nos proteja de la gente mala que hay en el sistema social en el que vivimos», concluyó.