EL CHOFER SE DURMIÓ

Siete personas murieron en Brasil cuando el colectivo en el que viajaban, que iba desde Florianópolis a Foz de Iguazú, cayó por un barranco. De ellos, cinco eran argentinos y ya cuatro están identificados. Además, entre los 54 pasajeros hubo 22 heridos.

Fernando Benítez era oriundo de la localidad misionera de Wanda, al igual que su novia, también fallecida, Giuliana Tessari, de 24 años. En la misma provincia vivían otras víctimas fatales del siniestro: Carina Martínez, de 42 años, y su hijo David, de 3, que residían en Puerto Iguazú. Mientras la Justicia investiga formalmente las causas de lo ocurrido, el conductor admitió en sede policial que se durmió, algo que coincide con el testimonio de algunos de los 54 pasajeros que habían dialogado con él.

Benítez, que era técnico en Higiene y Seguridad Laboral, y Tessari, madre de una niña e integrante de una familia del rubro hotelero también de Wanda, habían viajado juntos de vacaciones e incluso se retrataron en las playas brasileñas de Camboriú, en el estado de Santa Catarina. Subieron esas fotos a sus cuentas de Instagram. Ahora, son despedidos por sus más allegados en redes sociales.

En tanto, Martínez también regresaba de unos días de descanso junto a su hijo de 3 años -ambos fallecidos-, su esposo y sus otros dos hijos, de 11 y 17 años. Según informó el medio El Territorio, el hombre intentó auxiliar al pequeño en el lugar, pero ya no tenía signos vitales. Incluso, el padre tuvo que ser derivado a un hospital del municipio de Iratí, luego de que el micro de la empresa A Catarinense volcara alrededor de la 1.50 y cayera a un barranco al costado de la ruta a la altura de Fernandes Pinheiro.

Carina Martínez junto a David, el más pequeño de sus tres hijos
Carina Martínez junto a David, el más pequeño de sus tres hijosGentileza El Territorio

Por otra parte, y mientras avanza la investigación para determinar a través de la acción de la Justicia qué fue lo que pasó para que se despistara el ómnibus, el conductor que volcó en la ruta BR-277 admitió a la Policía en la comisaría que se durmió mientras manejaba. Así lo confirmó el responsable del caso, Wesley Gonçalves da Silva, y fue plasmado por el diario G1.

Durante la tarde, los oficiales escucharon al hombre, que quedó libre. Sin embargo, si se determina que tuvo la culpa por lo sucedido, es posible que deba responder por “homicidio durante la conducción de un vehículo automotor o por lesiones corporales”. Asimismo, podrían caberle responsabilidades a la empresa que operaba el transporte.

Así quedó el ómnibus en el que viajaban los cinco argentinos que fallecieron
Así quedó el ómnibus en el que viajaban los cinco argentinos que fallecieron

El chofer contó que era la única persona a cargo del colectivo y que no había un chofer reemplazante. También, que en Guarapuava, a 115 kilómetros de donde ocurrió el accidente, lo esperaba otro conductor para reemplazarlo y que habían realizado una parada durante el trayecto. Mientras, el responsable de la causa explicó que se realizarán pericias sobre el ómnibus para evaluar si hubo fallas mecánicas y, en caso de determinarse que la culpa la tuvo el chofer, la empresa podrá ser penada por exceso de trabajo.

Los primeros testimonios de quienes viajaban en el ómnibus ya dejaban entrever que el conductor no había logrado mantenerse despierto. “Estaba indignado y me acerqué al conductor y le pregunté: ‘¿Cómo me tiraste por un precipicio en una recta?’. Y él me miró a la cara y dijo: “Me dormí’. No tuve ninguna reacción. Sé que no lo hizo a propósito, pero yo no reaccioné”, reveló el pasajero Alexandro De Oliveira Gamaro, de acuerdo al portal Misiones Opina. El testigo pudo salvarse porque se aferró a un asiento.

Otro pasajero sobreviviente, Alex Souza, relató que todo sucedió muy rápido y relató un diálogo que tuvo con el chofer. “Lo cuestioné y me dijo: ‘No te voy a mentir, estaba cansado, me dormí y me salí de la ruta’”, indicó. También refirió que él se despertó cuando el micro se detuvo y que ahí notó que el vehículo había quedado “destrozado”, mientras que el resto del grupo que viajaba en el colectivo gritaba y lloraba.

LA NACION

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