INSEGURIDAD: LA MIRADA DE UN VECINO DE SOLANO

Los años de trabajo en el Foro Vecinal de Seguridad Quilmes 4ta, centrados en brindar participación en asuntos de seguridad a los residentes de San Francisco Solano y Villa La Florida, me han permitido establecer contacto con numerosos vecinos en toda la jurisdicción. Esta experiencia también me ha proporcionado valiosa información sobre las problemáticas específicas de cada barrio, compartida por aquellos que son directamente afectados por la constante inseguridad.

Uno de los problemas recurrentes, especialmente en los barrios más vulnerables, es el crecimiento sostenido de la violencia, que muchos atribuyen directamente al consumo de drogas, exacerbando significativamente la situación. Las diversas formas de violencia se han vuelto la norma para resolver conflictos tanto individuales como sociales. La violencia doméstica, que afecta principalmente a mujeres, niños y adultos mayores, junto con la persistente violencia en entornos escolares y en gran medida en las calles, ya sea por problemas de tráfico o conflictos vecinales, agrava la situación. La presencia de armas de fuego contribuye al empeoramiento de estos hechos, potenciados por el consumo de diversas drogas.

El consumo de drogas es un problema transversal en nuestra sociedad, evidenciándose con mayor intensidad en la población más vulnerable, dada su limitada accesibilidad a programas de rehabilitación. Sin embargo, es crucial reconocer que el consumo de drogas no solo representa un problema de seguridad, sino principalmente de salud pública debido a los crecientes niveles de prevalencia. Abordar la adicción requiere un enfoque en políticas públicas que vayan más allá de la criminalización y se centren en la prevención y el tratamiento.

Otro factor clave para comprender la complejidad de la inseguridad es la relación entre la población y las instituciones encargadas de brindar seguridad, marcada por la desconfianza y una percepción negativa de su funcionamiento. La sensación generalizada de incapacidad por parte de los funcionarios gubernamentales aumenta el sentimiento de desamparo y temor entre los vecinos.

Esta situación define un panorama complejo en los barrios, donde el consumo y tráfico de drogas, así como la criminalidad, son elementos centrales que afectan la vida cotidiana de quienes conviven con la marginalidad generada por la venta de drogas. Existe una despenalización de facto, ya que en muchos barrios es fácil acceder a drogas, con adictos presentes todo el día cerca de puntos de venta entre las viviendas.

Es evidente el aumento de jóvenes de todos los sectores sociales involucrados en el consumo y tráfico de diversas drogas, lo que indica una mayor accesibilidad. La mayoría de los consumidores problemáticos termina adoptando estilos de vida vinculados con la ilegalidad.

A pesar de los niveles de violencia y narcotráfico registrados en los barrios, el tema parece no recibir la atención política necesaria. El significativo aumento de la criminalidad y la violencia pone de manifiesto la incapacidad de las instituciones gubernamentales para garantizar la seguridad de la población. Se carece de un sistema de protección social serio para abordar las adicciones, lo que destaca la necesidad de una nueva perspectiva de corresponsabilidad entre los distintos niveles del Estado y un abordaje multidisciplinario con énfasis en las políticas de salud.

Mientras la discusión sobre el consumo de drogas permanezca limitada a un discurso, será difícil lograr avances significativos. La realidad muestra que las medidas aplicadas hasta ahora han tenido resultados limitados, por lo que urge realizar un análisis serio sobre la mejor manera de manejar una problemática que se ha arraigado y se convierte en un tormento para los vecinos que viven en condiciones precarias de seguridad, con todas las implicaciones que esto conlleva.

ALFREDO LUGO

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