RIVER APROBÓ SU EXÁMEN DE VERANO

Con un tanto de Lucas Beltrán, luego de una buena jugada de Barco, se impuso por 1 a 0 ante Rayados de Monterrey, de México.

River, dirigido desde esta temporada por Martín Demichelis, empezó anoche el ciclo 2023 con un amistoso internacional ante Rayados de Monterrey, de México, con la idea de instalar y desarrollar el proyecto del entrenador que intentará mantener la vara alta que dejó Marcelo Gallardo, tras un ciclo exitoso de ocho años. Con un tanto de Lucas Beltrán, luego de una buena jugada de Barco, se impuso por 1 a 0, incluidos destellos de buen juego.

El partido se jugó en el Q2 Stadium de Austin, Estados Unidos. Nacho Fernández, con la número 10, fue titular en una formación con algunos suplentes. Demichelis tuvo dos ausencias: el defensor chileno Paulo Díaz (hace un mes se sometió a una artroscopía en la rodilla derecha) y el volante Agustín Palavecino (molestia muscular). Además, uno de los refuerzos, el volante Matías Kranevitter, quedó descartado para gran parte del primer semestre por la fractura en el tobillo derecho que sufrió en el debut ante Unión La Calera.

El partido ante el equipo mexicano también marcó el debut de Nacho Fernández (alternó buenas y malas) desde su regreso al club de Núñez..

Durante los primeros minutos, River se mostró errático, sin demasiada imaginación. El plantel inicial fue con un clásico 4-3-3, con Paradela algo más adelantado. Nacho Fernández avanzó con mayor determinación por el sector derecho. Con libertad, es cierto, pero demasiado recostado sobre una banda. Monterrey peleó, dio lucha, y el partido se hizo parejo durante el primer cuarto de hora.

Fue un encuentro excesivamente amistoso, sin presiones ni demasiados riesgos. River intentó, se adueñó de la pelota, pero atacaba sin profundidad. Para Monterrey también se trataba de un banco de pruebas. Un ejemplo: Andrada, Maxi Meza y Funes Mori aguardaban en el banco de suplentes. Chato, apagado, el trámite no expuso demasiadas opciones. Un cabezazo de Maidana que resolvió bien Cárdenas, lo mejor de los primeros 30 minutos, jugados con una intensidad recortada.

Otra vez, el arquero del elenco mexicano se convirtió en indispensable: le tapó un mano a mano a Nacho, que se inclinó por un lujo que no dio resultado. De a poco, River se imponía en la escena, con el dominio territorial, el protagonismo estelar, pero no podía encender el fuego sagrado en el área rival.

Con una mayor posesión (64 por ciento en el final del primer capítulo) y una decisión ofensiva, River siguió a mitad de camino, porque no pisaba una velocidad más al pisar el área rival y se excedía con centros, como un único modo de provocar peligro. Una formación con buenas intenciones, pero sin prepotencia, sin magia, sobre todo frente a un equipo con mayoría de suplentes.

Borja maniobra cerca del área mexicana
Borja maniobra cerca del área mexicanaRedacción LA NACION

En este contexto, asoma una certeza: River debe mejorar, es un equipo demasiado esquemático, previsible. No ofrece demasiadas ventajas en su última línea, pero no tiene fuerza en los metros finales. Parece apagado. O tal vez sea parte del proceso de la pretemporada, cuando valen más las respuestas físicas que las futboleras.

A medida que iban transcurriendo los minutos, el espectáculo se desnaturalizaba, ya que empezaron los cambios, demasiados, excesivos y al mismo tiempo. Arrancó Monterrey, con los ingresos de Andrada y Meza, entre las seis modificaciones dispuestas en el arranque de la segunda mitad. El conjunto mexicano se adelantó un poco, y en un avance con peligro, surgió con personalidad Maidana para barrer, en una acción que dejó en evidencia las dificultades que suele tener González Pirez. Y en un par de ocasiones, Centurión, el arquero juvenil, sostuvo el empate.

Entre los cambios, Demichelis también tomó la decisión de buscar alternativas. Entraron Barco y el joven Alfonso, de 20 años. El partido sigue siendo pobre, sin magia. Lógicamente, se trata de un amistoso de pretemporada, con los músculos duros, sin elasticidad.

Barco le dio una mayor explosión en ataque. Enzo Pérez, más libre en ataque, dispuso de un remate que pasó cerca, ya cuando River atacaba más y mejor. Las buenas intenciones, de todos modos, no se traducían en el resultado, que seguía en cero por errores y virtudes repartidas. El volante ofensivo, que tantas veces se disfraza de delantero, es picante, atrevido. Un pase de Barco, entonces, encontró a Beltrán, que entre amagos definió cruzado, con clase. River ganó y lo mereció.

Sobre el final entraron Simón, Zuculini y Tomas Castro Ponce, un joven de 21 años. Se soltó River en el último tramo, con mayor decisión, más soltura. Dejó una buena imagen, luego de buenas intenciones no cristalizadas. Se salvó en el final, por un gol mal anulado a Berterame, ya que en la repetición de la jugada por TV se comprobó que el delantero de Rayados no estaba en off-side.

El final fue atractivo, con todas las situaciones de gol que no abundaron durante los 90 minutos. River está por el buen camino. No le sobra creatividad ni calidad, pero está. Sigue, se mantiene.

LA NACION

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